martes, 22 de mayo de 2012

EL MISTERIO DE LA BOCANA DEL RIO MISAHUALLI


 EL MISTERIO DE LA BOCANA DEL RIO MISAHUALLI

 

Cuando reciĆ©n se iniciaba la colonizaciĆ³n del Oriente ecuatoriano, aguas arriba de la bocana del rĆ­o MisahuallĆ­ y en un fresco claro de la selva, asentĆ³ su campamento un hombre blanco, que se dedicaba a la explotaciĆ³n del Ć”rbol de caucho en la cuenca del rĆ­o Aguarico. AsĆ­ pasaron los meses y un nuevo colono llegĆ³ al lugar acompańado de su hermosĆ­sima hija, la que inmediatamente causĆ³ estragos en el corazĆ³n del cauchero. La playa, las aves y las flores, propiciaron el florecimiento del amor, y el romance sonreĆ­a en los recodos del rĆ­o.

Como vivĆ­an en plena selva y ante la ausencia de una autoridad que legalizara la relaciĆ³n de la pareja, Ć©sta decidiĆ³ unir sus cuerpos y sus destinos a la sombra de los frondosos y florecidos Ć”rboles de guaba. Pero como el amor no produce para vivir, el cauchero tuvo que viajar una vez mĆ”s al Aguarico para recoger la balata recolectada por sus trabajadores y llevarla a los mercados de Iquitos.

La bella chica con el recuerdo de su amado en la hermosa sonrisa de sus labios, recorrĆ­a la extensa playa solitaria cuando la bańaba el suave sol de la mańana, era Ć©sta una costumbre que le habĆ­a impuesto el amor. Mas el tiempo pasaba inmisericorde y al final de su paso el cauchero jamĆ”s volviĆ³.

La bellĆ­sima mujer presa de una indescriptible pena, desapareciĆ³ un aciago dĆ­a como si se la hubiera tragado la tierra. Sus familiares y amigos la buscaron afanosamente por doquier, pero todo fue en vano; las lĆ”grimas y el tiempo, fueron borrando el dolor de su ausencia.

Los ańos pasaron dĆ”ndole espacio a la historia y una mańana brumosa y frĆ­a, unos indĆ­genas que pescaban por el sector, vieron a una hermosĆ­sima mujer parada en la piedra grande de la margen izquierda del rĆ­o; se acercaron a ella y cuando le preguntaron donde vivĆ­a solo seńalo el agua, y lanzĆ”ndose al torrente sin salpicar una gota ni producir una onda en la superficie se sumergiĆ³.

Los ancianos al escuchar lo ocurrido, aseguraron que la dama era el espĆ­ritu de aquella mujer que desapareciĆ³ sin dejar rastros.

En esa enorme piedra rojiza de estructura volcĆ”nica asentada en el recodo del rĆ­o MisahuallĆ­, se escucha con frecuencia en las mańanas, una dulce voz de mujer que canta a su amor perdido. Algunas veces ella se aparece a los que pescan en el rĆ­o, pero quien acude al lugar con intenciĆ³n expresa de encontrarse con ella, nunca logran su objetivo.

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